lunes, 2 de diciembre de 2013

Dioxido de carbono como agente directo del efecto invernadero

El elemento que más contribuye al efecto invernadero acentuado (artificial) es el dióxido de carbono (CO2). En general, es responsable de más del 60% del efecto invernadero intensificado.
En los países industrializados, el CO2 representa más del 80% de las emisiones de gases invernadero.


El efecto invernadero se basa en el hecho de que concentraciones crecientes de dióxido de carbono, principalmente y junto con otros gases de efecto invernadero, resultantes de las actividades humanas, pueden causar cambios climáticos al verse afectada la temperatura superficial de la Tierra. Este efecto se produce por la interacción entre la cantidad creciente de dióxido de carbono y la radiación que escapa de la Tierra. La mayor parte de la radiación solar incidente, compuesta por muchas longitudes de onda, no llega a la superficie de la Tierra. El ozono atmosférico filtra la mayor parte de la radiación ultravioleta, mientras que el vapor de agua y el dióxido de carbono atmosférico absorben buena parte de la radiación infrarroja, que se puede detectar en la piel en forma de calor. Como resultado, casi toda la luz que llega a la superficie se halla en la gama del visible.


 El dióxido de carbono se comporta, en realidad, como un filtro de un solo sentido, permitiendo que pase la luz visible en una dirección, pero impidiendo que la luz de una longitud de onda mayor se desplace en sentido opuesto.

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